
09 Feb Dr. Andrés Ramos San Juan: “Es una de las situaciones más difíciles que he vivido, sin lugar a dudas. No se lo deseo ni a mi peor enemigo”
Médico de Atención Primaria en el Consultorio Local de Fuente El Fresno. Enfermó de covid a principios de marzo y estuvo 70 días en la UCI.
Nació en Salamanca y llegó a Ciudad Real en 1992, concretamente a la zona de Malagón donde prácticamente ha estado desde entonces, salvo periodos que ejerció en Daimiel, y en varios pueblos de la provincia. Finalmente se estableció en el Centro de Salud de Malagón donde permaneció hasta hace dos años que fue desplazado al Consultorio local de Fuente el Fresno. En 2002 se especializó en Odontología, y ha fundado tres pequeñas empresas privadas en Malagón, Fuente El Fresno y Ciudad Real, compartiendo el trabajo con sus hijos, Cristina y David, también odontólogos.
Su testimonio es un claro ejemplo de superación. Vivió poco la incertidumbre de los primeros días de pandemia porque fue uno de los primeros en contagiarse… “Los primeros días de marzo estábamos como todos los médicos de España sin conocimiento de lo que se nos venía encima. No teníamos material de protección e incluso había comentarios que decían que las mascarillas alarmaban a la población. Entonces me contagié. Sé perfectamente cómo y cuándo. A mi consulta llega una paciente con síntomas de catarro, la exploro y la prescribo analgésicos. A los dos días vuelve más afectada y la derivo al Hospital General Universitario de Ciudad Real desde donde me llaman al poco tiempo para decirme que es positiva y que me tengo que aislar. Tras la PCR soy también soy positivo y me aisló. Pocos días después llegaría el confinamiento general”.
Los primeros 6-7 días estuvo asintomático y después empezó a tener fiebre y sobre todo disnea. “Aguanté unos días en casa y el 21 de marzo entendí que estaba desaturando completamente y me fui al hospital donde me hicieron una placa. Tenía ya una neumonía bilateral bastante marcada y me hospitalizaron. En planta estuve tres días, dos de ellos consciente, el último no me acuerdo de nada. No recuerdo haber entrado en la UCI, donde me intubaron. Cuando me recuperé una enfermera me contó que el doctor que me intubó volvió a los dos días y dijo: ‘Pero bueno, ¿este hombre no se ha muerto?’” .
Faltaron unas horas para completar los 70 días en la UCI, prácticamente dormido y sedado. Estuvo en varios espacios porque tuvieron que adaptar el hospital por la alta demanda de pacientes, y al final entró en la UCI de verdad. “Allí, no sé si porque no estaba excesivamente sedado, pero estuve soñando todo el rato, cosas incomprensible, todo alucinaciones. Fui consciente los últimos 8-9 días porque fue cuando me despertaron, y ahí es cuando empezó mi sufrimiento. Te das cuenta de lo que está pasando por lo que te van contando. No podía hablar por la traqueotomía, no podía moverme, había perdido prácticamente un cuarto de la masa muscular… A los pocos días me suben a planta. En el trascurso, dice el informe, he tenido cuatro neumonías activas, una septicemia generalizada, dos derrames pleurales, hemotórax, con covid estuve casi cuarenta días hasta que empecé a dar PCR negativas. El 12 de abril que le dicen a mi familia que se preparen para lo peor porque posiblemente me queden horas, porque había tenido un tromboembolismo pulmonar. No me quedaba nada que tener…”.
El Dr. Andrés Ramos pasó a planta donde estuvo 22 días. Destaca la labor y el saber hacer de todo el personal sanitario. Cita frecuentemente a las doctoras Hasania Abdel-Hadi y Ana María Lizcano, pero la lista podía se infinita. “No tengo palabras de agradeciendo para todos sanitarios que han luchado a muerte por sacar pacientes adelante, muchas veces con la frustración de saber que lo que hacían no servía para mucho. Han hecho lo humanamente posible”.
Finalmente, el 22 de junio le dan el alta, aunque su familia decide trasladarle a un hospital de Madrid especializado en fisioterapia respiratoria, donde estuvo 16 días. “Empecé con una silla de ruedas, luego con un andador, y con muchísimo dolor. He sufrido todo lo que no está escrito y aún hay cosas que no puedo hacer. Pero bueno, muy feliz y muy contento porque aquí estamos. Es una de las situaciones más difíciles que he vivido, sin lugar a dudas. No se lo deseo ni a mi peor enemigo. Hasta el momento que enfermé era un hombre sano, un médico normal, nunca tuve ninguna patología, hacía deporte, ni fumo ni bebo… Y me dio de lleno. Soy un hombre muy fuerte pero entiendo que a la persona que coja un poco débil la hunde.
El dolor, el sufrimiento constante, no poder hacer nada por ti mismo, estar inválido totalmente cuando la cabeza está bien y cuando no has asimilado que no te toca es tremendo. He llorado todo lo que había que llorar. Cuando me despiertan y empiezan a contarme: Estamos en plena pandemia, hemos pasado una época muy dura, tú has estado dormido… No puedes hablar ni para preguntar por mi familia y lo único que puedes es llorar. Otra enfermedad cualquiera te diagnósticas, no aceptas, aceptas, luchas y te preparas, te da tiempo, pero aquí no. Me voy al hospital para hacerme una placa y ya no la volví a ver a mi mujer, a abrazarla, a hablar con ella…eso es terrible”.
¿Servirá esta crisis para tomar conciencia y hacer un mejor uso de los recursos sanitarios? “No es el momento de entrar en debates pero sí, esto tiene que dar un vuelco. En Atención Primaria, que es lo que más conozco, el problema viene de largo. No son días, son años exigiendo más recursos, pero la Administración ve que el trabajo sale, y seguimos igual. En Malagón, por ejemplo, estos días de atrás me cuentan mis compañeros que había dos médicos para todo el pueblo, porque no había más. ¿Cómo vamos a gestionar bien las cosas? En el Hospital para exactamente lo mismo, están a punto de tirar la toalla. La responsabilidad no es de médicos ni de pacientes. Quién la tenga que la apunte porque aquí hay una jerarquía y cada uno tiene que asumir su parte. La primera ola nos llegó y nos pilló desprevenidos pero ahora, casi un año después… ¿Por qué se han hecho las cosas tan mal? La administración está constantemente dando palos de ciego, 17 autonomías, 17 medidas distintas. Puedo opinar que habría que confinar desde ya, pero es una opinión, hay quien tiene esa responsabilidad”.
Y llegan las vacunas, la esperanza… “Se supone que cuando logremos el famoso 70% de inmunidad todo va a cambiar.
Con esto vamos a poder, sin duda, pero se va a quedar mucha gente en el camino. No es el momento de pedir responsabilidades pero algún día habrá que pedirlas, ahora hay que solucionarlo.
La vacuna sí al 3000%. No entiendo las personas negacionistas. Es nuestra única muralla para salvar vidas. No sé cómo puede haber gente tan esdrújula.
Vacunas sí y cuanto antes mejor, y mientras llegan, por favor, que no hay descerebrados. Cada vez que veo en las noticias esas fiestas, esos botellones… qué pena me da. Si hubieran pasado por el infierno que yo he pasado no estarían jugando con sus vidas ni con las de los demás”.
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